lunes, 30 de marzo de 2009

Círculo vicioso...


¿De qué me sirven las palabras, si tu actuar contradice tus dichos?... Todo tiene tanto sabor a juego; simple diversión de una noche extendida por capricho… ¿Si todo debió quedar dentro de esas cuatro paredes, entonces por qué insistimos en alargarlo sin sentido? Nada nos une, nada nos promete futuro. Tus pasos son lejanos a los míos, tu día a día es ajeno al mío. Fingimos interés, simulamos tener lo que otros tienen, esa fusión de la que carecemos, la complicidad que no poseemos… Es fácil olvidar toda la distancia cuando me tienes en tus brazos, es fácil olvidar que te odiaba un instante antes de que llegaras por sorpresa y te adueñaras de mi aliento. Esa capacidad de aniquilar la rabia y reemplazarla por el más amplio deseo, es lo que me hace caer una y otra vez en tus redes. Nadie supo nunca hacerme perder la razón como tú lo haces. Nadie supo nunca hacer tambalear mi decisión como lo haces tú, nadie logró antes despertar el incontenible deseo que guardaba dormido en cada poro de mi piel… Eso es suficiente, para saber que esas horas que compartimos, difícilmente se borrarán de mis pensamientos… Pero cuando te vas, cuando la pasión se extingue, cuando la razón vuelve a tomar el control, el vacío es enorme. Nada de lo que recuerde de aquellos encuentros puede calmar la angustia de la debilidad, el dolor que provoca la falta de amor que envenena mis sentidos… Vuelvo a odiarte, vuelvo a maldecir tu nombre, maldigo tu poder, maldigo mi debilidad, mi falta de decisión, mi estúpida ilusión romántica… Y continuaré con ese sabor amargo, continuaré odiándote, hasta que aparezcas nuevamente, hasta que borres por unas horas toda esa carga de sentimientos que explota en cada beso, en cada roce de nuestros cuerpos, completando el círculo vicioso en el que he caído desde que apareciste en mi vida…

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