martes, 16 de octubre de 2007

Huye...


Cuando mi oscuridad llegue a imponerse y mis lamentos se vuelvan ensordecedores, en ese momento, huye.

Cuando mis ojos se nublen y el brillo se opaque, cuando sientas que la risa se ha apagado por porfía, en ese momento, huye.

Cuando yo te pierda y tú me des por perdida, oliendo mi ocaso muy cercano, en ese momento, huye.

Cuando sólo veas bruma y sientas que el cuento terminó, en ese momento, huye...

Deberás correr, a toda velocidad y conservar el mejor recuerdo que puedas encontrar de lo que alguna vez fue un nosotros, para que la visión del amor y la felicidad no se escape de tu pensamiento, sin mezclarlo con el tiempo final...

Deberás buscar razones para salvarte, sin mirar atrás ni detenerte en el recorrido que iniciarás, jamás dudar de continuar y emprender el viaje sin regreso, muy lejos ya de mi.


Sólo quiero que recuerdes que, sin saber cómo pasó, el amor fue cegado por una cortina de humo, sin espacios para respirar, asfixiando la unión y enterrando en vida un prometedor amor... Yo te quise, yo te amé, como nunca pensé hacerlo, sin premeditadas intenciones, sólo deslizándome entre tus momentos... por eso quiero que huyas, para evitar el daño y las consecuencias fatales de mi propia destrucción... Ni las cenizas de este amor quedarán en mí, porque me dolería saberte dentro mío, sobreviviendo a pesar de las lágrimas derramadas en fin de olvidarte; todo se extinguirá con la fuerza de la desolación y sólo tu memoria retendrá los fragmentos de lo que alguna vez pudo ser un gran y feliz amor, el mismo amor que un día me hizo sólo sonreír y, que hoy, se ha transformado en el llanto más amargo...

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