miércoles, 19 de agosto de 2009

Frankenstein...


Recuerdo haber odiado todos los detalles románticos, porque me parecían cursis y ridículos... Un par de veces me reí, e incluso burlé, de ciertos hombres que me mostraron sus sentimientos... Me consideaba por sobre todo eso, la racionalidad siempre fue mi refugio, mi mejor excusa para ocultar mis propios, y secretos, gustos románticos... Mi dicurso recurrente era el de la chica independiente, que no necesitaba a un hombre para estar feliz... Y no es que eso haya cambiado mucho, sigo pensando que no son imprescindibles, aunque tal vez hoy podría decir que son un "mal" necesario... En fin, cada vez que alguien me regalaba algún "detallito", como una canción, un poema o esas dos simples, pero tan rotundas palabras de las que siempre huía, mi respuesta era la menos apropiada para cumplir con las expectativas de "Romeo". No es que siempre haya sido un robot o una insensible que va por el mundo ignorando que los demás tienen sentimientos y que es algo natural admitirlos, pero prefería reservar los míos y, a la vez, bajarles el perfil a los del resto... Y no porque no me importasen, sino porque les temia... Sí, la verdad es que me aterraba que alguien me quisiera, porque eso podía significar que yo también estaba dejando todos los escudos protectores que salvaguardaban mi propio bienestar emocional, ese donde nadie podía ver cuán frágil era en realidad, cuánto miedo tenía de que alguien destrozara las pocas ilusiones que aún me quedaban de algún día poder ser feliz, porque todo lo que conocía sobre amor estaba inherentemente ligado al fracaso, al desamor, al dolor, a las consecuencias... Ya sé, esos son los efectos de la llamada "generación de los hijos de padres separados" y, aunque siempre me consideré por sobre todas esas estadísticas, la verdad es que sí, también soy parte de ellas, porque he arrastrado todos los temores del fracaso que tuve como ejemplo, preferí ahorrarme todos esos daños yo misma, sin saber que el mayor daño me lo estaba causando precisamenete yo, por reprimir mis propios sentimientos, por no correr los riesgos, por huír de cada oportunidad, aún sin saber si podía funcionar...


A pesar de que, en el fondo, todo ésto siempre lo supe, sigo actuando del mismo modo... Será que se ha convertido en mi forma de interactuar con el mundo?... No lo sé, pero en momentos como éste, cuando me doy cuenta de que nuevamente estoy pasando por lo mismo, es cuando más quisiera formatear mi propio disco duro emocional, retroceder en el tiempo y no tener esta sensación de que todo este tiempo sólo me he estado autodestruyendo... O autosaboteando mis opciones de saborear la felicidad...


Obviamente, todo este "momento filosófico" tiene su razón de ser... El motivo?, mi propia creación, mi "Frankenstein" personal... Suena extraño, lo sé, pero son las consecuencias de mis reiterados intentos por mostrarme como la mujer fría e indiferente que, en realidad, no soy!... Hoy debo asumir las consecuencias de eso, debo aceptar que el hombre que tengo a mi lado ha aprendido a reprimir tan bien sus sentimientos como siempre lo he hecho yo, he cambiado a un dulce y encantador "Romeo", para terminar transformándolo en un hombre frío y hermético, que rehuye mis miradas y no reconoce sus sentimientos... Es irónico, tampoco puedo protestar, estoy saboreando algo de mi propia medicina, al fin y al cabo, tuvo a una gran maestra, aprendió de la mejor actriz en cuanto a ocultar sentimientos se refiere... la misma que hoy muere de nostalgia por el hombre que solía ser, ese al que no le asustaba decir que se moría de ganas de verme, el que era capaz de salir a medianoche en mi búsqueda, aún cuando yo intentara huír de él... El hombre del que hoy comprendo estoy enamorada... Pero ahora ese hombre está lejos, guardado bajo las siete llaves que mi nuevo monstruo ha interpuesto entre nosotros, reemplazando las horas que pasábamos conversando sobre nosotros, por horas frente al televisor, sin un tema importante que discutir, sin las miradas cómplices que antes me regalaba, sin las risas que antes nos inundaban... Hizo falta que llegáramos a este punto, para que me diera cuenta de cuánto me gustaba ese "Romeo" al que encontraba tan cursi y del que me desesperaban sus demostraciones afectuosas, cuando en relidad, era justamente eso lo que más admiraba de él, su sinceridad, la simpleza con que admitía lo que sentía... Eso me molestaba de él, porque yo nunca fuí capaz de ser así... Era más fácil catalogarlo de ridículo, en vez de aceptar que, en el fondo, lo envidiaba por ser la persona que yo no soy y jamás he podido ser, el valiente que se reconoce sensible, sin importar lo que los demás puedan llegar a pensar...


Pero supongo que es todo ésto es justo, estoy recibiendo lo que merezco por la cobardía del pasado, hoy entiendo lo que se siente estar en el otro lugar, ese donde entregas, pero no recibes lo que esperas, el lugar en donde eres capaz de abrir las compuertas de tus sentimientos y decir "Te Quiero", pero sólo recibes una sonrisa complaciente como respuesta, a veces un "Yo también"... o peor aún, sólo silencio...





domingo, 16 de agosto de 2009

El espectáculo NO siempre debe continuar...


Cuando corté la amarra que nos sostenía,
corté también el sentimiento.
No tiene sentido flotar sobre el suelo,
si el motivo ya no existe.
Caímos... tú sobre tus dos pies, firme y fuerte.
Yo, despedazándome e intentando reunir
lo que más pude para continuar.


Irónico destino nos aguardaba al doblar la esquina,
antes acompasados, ahora lejanos.
Podría intentar algunas fórmulas para dejar de ser,
pero creo que el consuelo sería escaso
y el sacrificio demasiado costoso.
Podrías ahorrarnos este momento,
las palabras de más y el cariño compasivo.
Podría mirar hacia otro lado, desviar las caricias
y fingir serenidad, huír, correr, dormir, olvidar...


Ingrato resultado tuvo esta unión, soñamos algo
y terminamos en un sitio equivocado.
Intentamos buscar una salida, pero nos perdimos aún más.
Quisimos regalar algo único, cuando jamás dejamos de ser
los egoístas de siempre,
jugando a la solidaridad de sentimientos...

No, así no debía ser, era otro el guión,
los papeles se confundieron
y el espectáculo resultó ser la representación
de nuestros más patéticos intentos de sentir...
Por eso el telón se cerró y las butacas se quedaron vacías,
los boletos se rompieron y el título
del cuentito romanticón que quisimos protagonizar,
ya es parte del olvido colectivo que nos aqueja...

miércoles, 12 de agosto de 2009

Lecciones...


"Mucho costó dejar de morderme la lengua y permitir salir esas palabras que tanto temía soltar... Mucho dolía recordar el pasado, saborear el salado sabor de las lágrimas perdidas... Mucho más sacrifiqué en sentimientos reprimidos, que en besos perdidos al mejor postor... Porque fueron muchas las veces que me obligué a tragarme lo que sentía, por miedo a sufrir...


Pocas veces he podido reconocer que no soy tan dura como suelo aparentar... Pocas cosas hacen que me desarme más, que ver a quien quiero, sufrir por mi culpa... Pocas palabras pueden herirme más, que el silencio prolongado de quien espero diga que me quiere... Porque pocas veces he sentido lo que hoy siento y duele verme reflejada en la piedra fría en la que me doy cuenta, que se han convertido tus ojos por mi falta de entrega..."


Eso de que la vida da muchas vueltas, es una frase que últimamente se me ha restregado en la cara... Nunca se me ha dado muy bien lo de ser elocuente en cuanto a sentimientos se refiere, pero poco a poco he aprendido que, si bien los gestos valen mucho, también son necesarias las palabras...


Ya no necesito esa coraza de frialdad que antes solía utilizar para esconderme, me he reconciliado con mis propias ganas de sentir y de entregar amor; ya no me asustan los finales infelices, aunque intento evitarlos... Tal vez sigo siendo la que prefiere regalar una mirada que diga "Te Quiero", antes que decirlo, pero estoy intentando conectar mis sentimientos con mi boca, para no tener que recurrir a las miraditas y el silencio, esperando que se de por entendido lo que intento decir...


Todo ésto viene porque, debo reconocer, que me gusta escuchar esas palabritas que dejan de ser sólo eso: "palabritas", cuando adquieren un significado tan especial... Un "Te Quiero" puede ser muy sanador, sobre todo, cuando aprendes que la importancia radica en cuánto te afecta escucharlo... Confianza: esa es la clave... Y no se trata de una mano salvadora que te sostiene mientras caes al vacío, sino de la clase de confianza que sientes ante la oportunidad de entregar y recibir de igual forma, aún cuando el solo hecho de dar te satisfaga... Sobre todo, cuando es amor lo que se está transando...

martes, 4 de agosto de 2009

Adiós...




Y te digo adiós, asi mismo como te recibí... que extraño es, pero me marcho con el próximo amanecer. Me marcho cuan distante es la distancia, pero jamás tan distante como lo es el olvido.


Con suficiente modestia esbocé una unión; aquella abstracta metáfora que te entregué, aquel intento vano de abrazarnos, contraviniendo tus palabras, no tus deseos...


Me quedé con una ilusión; un "esto" no definido, no concretado... con una imagen atesorada como si real fuese y otras preguntas un tanto incoherentes.


Te imagino entre mis brazos tendido, en un inevolutivo proceso de encuentro... el soñar; y
postergaré todos mis anhelos, para verte crecer, para volver a creer... en tí, en mí, pero ya nunca más fusionados... más hoy, irónicamente, te recibo, para decirte adiós... para jamás voverte a ver...