miércoles, 19 de septiembre de 2007

Palabras baratas...






Hay personas que en un determinado momento dejan escapar palabras que saben herirán en lo más profundo a quien las oye, pero eso no les importa, sueltan ese vomitivo impulso, destruyendo el amor que tanto trabajo había costado mantener. Destrozan con unas pocas palabras un lazo afectivo que se supone indestructible, pero nada es inmune a la desilusión, por lo tanto, ese amor comienza a marchitarse en un doloroso proceso... Pero pasan unos días y el arrepentimiento de quien pronunció ese desastrozo discurso llega haciendo estragos. Las disculpas no valen cuando el error se cometió concientemente, a sabiendas de que cada palabra dicha rompería irremediablemente el corazón del otro... Es por ésto que tu mensaje de texto papá no me basta. No me sirven ahora las doce lindas palabras que están en mi celular. Antes ese mensaje habría iluminado mis días pero ahora me parecen sólo palabras baratas, de un cariño falso y fingido. Ya no me conformaré con esas sobras de cariño, así que mejor ahórrate esos cincuenta pesos que te costó el mensaje y no gastes los dedos en escribir palabras que ya no tienen sentido para mi... Ahorrémonos las actuaciones y dejemos las cosas así, que con lo que hace unos días me dijiste, se me abrieron los ojos sobre cómo eres... y la verdad es que lo que ví me decepcionó profundamente...

lunes, 10 de septiembre de 2007

Adiós papá...


Hoy una gran parte de mi vida queda enterrada, prefiero dejar bajo tierra el dolor que siento. Mataré esta agonía, de la misma forma en que tú tan fácilmente lo hiciste conmigo papá... Que triste final tuvo nuestra frágil relación. Hice todo lo posible, te entregué todo el amor que nació en mi para tí. No puedo negar que ese amor fue inmenso, que siempre fuiste la mayor ausencia en mi vida, que lamenté profundamente nuestra precaria relación, que fui yo la que insistentemente intentó acercarse a tí, fui yo la que cada domingo, sin importar los otros planes que pudiera tener, tomaba una micro y aguantaba pacientemente esa larga hora de recorrido que separaba nuestras casas, aún sólo para a veces encontrarte sentado frente al televisor viendo fútbol, sentarme a tu lado y sentir ingenuamente que, por lo menos, al estar sentada junto a tí, sin pronunciar palabra para no molestarte, sin que siquiera me miraras, me podrías querer un poco más, para que sintieras mi presencia, mi interés... Durante todos estos años me conformé con ese tipo de cariño que me entregabas, si es que a eso se le puede llamar cariño, pero soy tu hija y te acepté así, descuidado e indiferente. Más hoy todo se acabó... Te resultó tan fácil sacarme de tu vida, pronunciar esas palabras que me desgarraron en lo más profundo, palabras que ningun hijo, a pesar de las diferencias que puedan tener, espera oír de la boca de su padre... Pero ahora que lo pienso, tal como lo dice mi hermano y mi madre, no sé por qué me sorprende tanto todo ésto... Muchas veces me lo repitieron, pero mi gran amor me cegaba... Te defendí, nunca permití que nadie hablara mal de tí, sabes bien que muchas veces la causa de mis peleas con mi madre y mi hermano fueron por tí, porque siempre fui la piedra de tope entre todos, la mediadora, la que vivió la vida sintiéndose entre la espada y la pared, dividida entre dos familias... Pero ahora veo que todos tenían razón y yo era la única ilusa luchando contra personas que realmente te conocían y que ya habían sufrido la terrible desilusión que yo me llevé hoy... Sólo quiero que sepas papá que ya no hay vuelta atrás, no creas que es fácil para mi, porque, a pesar de todo, el amor que siento no se morirá tan fácilmente, pero tendré que acostumbrarme a la idea de que ya no estarás más en mi vida, y te juro que al momento de formar una familia procuraré por sobre todas las cosas no cometer los errores que tú, para que mis hijos no tengan que sufrir lo que yo durante estos años... ¿Sabes qué es lo que más lamento papá?, que en un futuro, si llego a tener hijos, ellos jamás tendrán a quien llamar abuelo.